domingo, 8 de enero de 2012

ANTONIO GIL - Santo sin título

"Antonio Gil" o "Antonio Mamerto Gil Nuñez", más conocido como "Gauchito Gil" o también "Curuzú Gil" (curuzú = cruz), es oriundo de la zona del Pay-Ubre; hoy Mercedes - Corrientes.

Este querido "Gauchito", un gaucho como otros tantos paisanos de los Esteros de Iberá, con la diferencia que pasó a la idolatría popular en el mismo momento de su muerte. 

Conocido como milagrero y milagroso. Sus favores beneficiaron a millares de "promeseros" que en un momento de angustia, o por simple favor a conceder, se acordaron de él, teniendo recompensa la gracia de haber visto realidad un pedido hecho con devoción, tanto en su lugar de peregrinación, allí en las cercanías de Mercedes, o simplemente poniendo fe en el "gauchito", prendiéndole una vela colorada o escribiendo en una cinta colorada el favor a conceder. 

santuario en Mercedes - Corrientes
En su momento se puede apreciar la gratitud de los peticionantes a los cuales "Curuzú Gil" les concedió la gracia recibida, allí se distinguen la diversidad de los favores que se les pide al "Santito del Pueblo", desde curaciones de salud con abanico de importancia hasta la compra de una vivienda. En una palabra, los pedidos realizados a este querido santo popular son de los más variados. 

El "Gauchito Gil" forma parte del santoral pagano correntino, es decir, que la canonización la ha hecho el mismo pueblo, aún la Iglesia no ha beatificado ni canonizado, de eso se ha encargado el propio pueblo, al pedirle y tener respuesta a sus ruegos. Es obvio, el paso que legitimizará el accionar de tan importante entidad. Para la fe del pueblo, basta que sean escuchados sus ruegos, no importa si tiene o no un "título" impuesto por una autoridad. Ya lo dice una máxima: "Vox populi, vox Dei" (la voz del pueblo, es la voz de Dios).

La prueba está que a su santuario, cada vez son más los que se acercan. Cada 8 de Enero, fecha de aniversario de su muerte, para visitar al santo en su día. La bailanta, infaltable en cada celebración de la fiesta de un santo, se hace sentir con todo su esplendor. Las parejas bailan al compás del chamamé, los músicos entonan canciones y "compuestos" hechos al Gauchito en su honor.


No solamente en el día de su fiesta se puede ver a los "promeseros". En su santuario nunca faltan visitas que se le hacen de agradecimiento, de pedidos o por el solo hecho de darle el gusto al alma y acercarse hasta los pagos de Mercedes hasta donde está el monumento a Antonio Gil. Visita que reconforta el corazón y da gozo al espíritu. Uno se siente acompañado, los problemas ya no son de uno solamente, porque confiarle al Gauchito los pesares que nos apenan, parecería que hay alguien que nos está ayudando.

Es costumbre que al visitar el monumento, se le prenda una vela color rojo, color que lo identifica, y se le ponga una cinta del mismo color escrita con el pedido de gracia o conceder; el agradecimiento por un favor recibido; o simplemente los nombres de las personas a las que uno quiere que el Gauchito proteja y ayude. 

El lugar del monumento es parada obligada de todo viajante y peregrino. Los micros, tienen allí una parada obligada. Ha ocurrido que algún conductor de colectivo no haya parado por un momento a saludar al Gacuhito y recibió el reclamo de todo el pasaje.

Es creencia popular que todo caminante que pase por su monumento y no se detenga por un instante a saludar a Antonio Gil no tiene la protección de éste para el resto del camino, y sí se ocurriese alguna desgracia, sale perjudicado aquel que no paró a saludarlo. 

¿Por qué se lo venera? 


Durante el siglo pasado, durante las luchas fraticidas ocurridas en la provincia guaraní, entre liberales y autonomistas. En las proximidades de una de estas infelices batallas, es que el Cnel Juan De la Cruz, recluta el gauchaje de la zona. Los arma y les da caballos. Aglutinados en su estancia de la zona del Pay-Ubre, el Cnel Salazar se apresta a iniciar el viaje en donde se reunirá él y sus hombres a otras tropas para engrosar las filas de peleas.

Es así que se encaminan, recorriendo la misma senda que recorriera el Gral Belgrano camino al Paraguay. Al llegar a la zona conocida como: Los Palmares, lugar en que el Cnel Salazar escogió para acampar, Antonio Gil, un mozo de unos 25 años aproximadamente, muy querido por toda la población, conocido como persona que siempre ayudó al prójimo; abandonó el campamento y se internó en el monte. De allí en más la leyenda se fue tejiendo según la persona que relata los hechos: unos dicen que Antonio Gil fue un estilo de "Robin Hood", le quitaba a los ricos y repartía el botín entre los pobres. Sus detractores, especialmente los liberales, decían que había formado una banda en donde los delitos contra propiedades, asesinatos y cuanto casos policiales sin resolver, se lo cargaron a sus espaldas.


Luego de abandonar el campamento, el Cnel Salazar, decide licenciar a sus tropas porque se había llegado a un acuerdo de paz entre los rivales. Es en ese momento en el que se da cuenta de la ausencias de Antonio Gil. Pasando un año de ese hecho, el Cnel Salazar vuelve a reclutar a los paisanos para una nueva batalla entre los rivales históricos. Antonio Gil se apersonó junto a sus amigos. Al verlo Salazar se acordó de él.

Le preguntó por los motivos que le llevaron a desertar, Antonio Gil se contestó que: "para que voy a pelear y derramar sangre de hermano, si no tengo ningún agravio que vengar..." y que esto se lo había dicho, la noche anterior Ñandeyara entre sueños. Las razones expuestas no convencieron al Cnel, por el contrario, este le dijo que los motivos que le estaba diciendo, no hacía más que confirmar que lo que en realidad era: un cobarde, y de inmediato lo mandaría a Mercedes para luego de allí ser trasladado a Goya en donde se encontraban los tribunales que correspondían a esa jurisdicción.

Toda la población  y de los pagos vecinos se enteraron del arresto y la suerte que éste correría, porque era sabido que la mayoría de los presos que eran enviados a Goya eran muertos en el camino, y sus custodios decían que: "al intentar escapar el preso, se produjo un tiroteo en donde el cautivo había caído muerto". La noticia llegó a oídos del Cnel Velazquez, que apreciaba muchísimo a Antonio Gil, y le tenía como hombre de bien, desconociéndose antecedentes malos.

Velazquez se apersonó ante el Cnel Salazar y le pidió por el noble y honesto cautivo que había mandado a juzgar a Goya, sabiendo él, que "Gil era persona de bien y jamás se le había conocido por delincuente y además se le conocía por un hombre bueno, justo y corajudo cuando las circunstancias lo requerían.

peregrinación al santuario
Salazar le dice al escuchar a Velazquez, "que si era cierto todo lo que él le decía, le traiga 20 firmas de personas conocidas del pago de Mercedes y él le daba la palabra que lo dejaba en libertad a Gil junto con el perdón...". Dicho esto, Velazquez juntó las firmas requeridas por Salazar y se las llevó, exigiendo que cumpla con la palabra que le había dado. Salazar lee las firmas y hace una nota en donde da la orden de dejar en libertad a Antonio Gil. Esa nota  fue remitida a la ciudad de Mercedes, pero llega tarde, ya se había llevado a Gil para los tribunales de Goya.

Camino a los tribunales de Goya, al llegar al cruce de las Picadas a unos 8 km al norte de Mercedes, la tropa formada por tres soldados, un Sargento y el prisionero, hacen un alto en el camino para descansar a los caballos. Antonio Gil sabía la suerte que le tocaba correr. En un momento Gil le dice al Sargento: "no me mates porque la orden de mi perdón está en camino..." a lo que el Sargento contestó: "¿Vos crees que te vas a salvar? De esta no te salva nadie..." y Antonio Gil le replicó: "No. Vos me estás por degollar, pero te digo algo más, cuando llegues esta noche a tu Mercedes, junto con la orden de mi perdón, te van a informar que tu hijo se está muriendo de mala enfermedad y como vas a derramar sangre inocente invocame para que interceda ante Dios Nuestro Señor, por la vida de tu hijo; porque sabido es que la sangre del inocente suele servir para hacer milagros...". El Sargento se burló de sus palabras y ordenó a los soldados que lo colgaran y allí lo degolló. Versiones cuentan que Antonio Gil prestó su propio facón para ese propósito.

Al llegar a Mercedes, el Sargento se entera del perdón de Antonio Gil. Un fuerte choque lo sacudió de pies a cabeza. Recordando las últimas palabras del Gauchito anunciándole lo que estaba ocurriendo. Inmediatamente pidió permiso a su superior para dirigirse a su casa. Con el permiso concedido, llega a su casa en donde se encuentra con un cuadro desolador, le dan la noticia que su pequeño hijo estaba muy grave, la fiebre era altísima y el médico del pueblo les había dicho que no tenía salvación. Inmediatamente, el Sargento cerró los ojos por un momento y tuvo frente a si la imagen del Gauchito Antonio Gil, cuando le decía exactamente lo que estaba viendo. Con las lágrimas en los ojos, se arrodilló y le pidió al Gauchito que interceda ante Dios para salvar la vida de su niño. Le pidió perdón por no saber lo que estaba haciendo en ese momento. Él solamente quería ser un buen soldado y tampoco lo había condenado.  Al llegar la madrugada el milagro se había hecho, el pequeño se recuperó. A media mañana ya se había levantado del lecho, en donde pocas horas antes sería el lugar de su velatorio.

banderas coloradas con mástil de tacuara que los promeseros  colocan en señal  de agradecimiento
 Con lágrimas en los ojos, el Sargento construyó con sus propias manos una cruz de ramas de Ñandubay, las cargó sobre sus hombros y de dirigió, esta vez caminando, hasta el lugar donde había matado al gauchito. Hasta allí llegó, le colocó la cruz, le volvió a pedir perdón y a darle las gracias por haber salvado la vida de su amado hijo. Esa fue la primera cruz que hubo allí. Esa cruz le dio nombre al lugar, hasta ese momento un alto en el camino.

Luego, con el transcurso del tiempo se convirtió en un frecuente ápice de peregrinaje. Allí, a toda hora del día y de la noche, se pueden apreciar una cantidad siempre importante de personas. Las mismas van a realizar pedidos. Como así también es inmensa la cantidad de promeseros que se acercan al oratorio dando gracias por los favores recibidos, así también de los milagros realizados por Antonio Gil, fiel servidor de Dios, intermediario incondicional de las personas con el Ser Iluminado que es Dios Nuestro Señor.


Bibliografía: Antonio Gil "El Gauchito" y otros santos populares. Anónimo.









No hay comentarios:

Publicar un comentario